En la época de la inteligencia artificial y de las comunidades virtuales, las centenarias recomendaciones de Larco Herrera no pierden utilidad, máxime cuando las preocupaciones por la delincuencia anormal, la modernización sanitaria, la higiene mental o los «espíritus raquíticos» de la infancia mentalmente enferma han devenido en predictibilidades algorítmicas, ineficacias globales de los sistemas de salud, esfuerzos comunitarios de salud mental pasmados ante las metamorfosis pandémicas, y heroicidades melodramáticas infantiles que buscan dotar de sentido a un mundo tecnomilenarista y disbiótico. Pareciera que los milenarios demonios del mediodía y las sociedades del cansancio postsubjetivas se confunden y traslapan hasta ser una manifestación emblemática en los tiempos híbridos e hipermodernos que corren.