El envejecimiento produce una serie de transformaciones en el organismo humano proporcionando degeneración en el mismo. Dentro de los sistemas más afectados se encuentra el músculo esquelético, que se debilita y atenta contra la calidad de vida del adulto mayor por la dificultad de realizar actividades cotidianas, teniendo así más riesgo de caídas y cansancio. Todo ello conduce a una disminución paulatina de la movilidad que puede provocar dependencia. Se ha demostrado que el ejercicio físico es eficaz para prevenir ciertos tipos de cáncer, incrementar la densidad mineral ósea, reducir el riesgo de caídas, mejorar la función cognitiva, combatir el aislamiento social y la depresión, por lo que aumenta la calidad de vida de los practicantes y con ello reduce la necesidad de tomar medicamentos y el riesgo de dependencia, fomentando un envejecimiento saludable.