Con su mega bestseller Quiet, Susan Cain instó a nuestra sociedad a cultivar un espacio para las personas introvertidas, indispensables e infravaloradas entre nosotros, revelando así un poder sin explotar oculto a plena vista. Ahora emplea la misma combinación de investigación, narración de historias y memorias para explorar por qué experimentamos el dolor y el anhelo, y las lecciones sorprendentes que estos estados mentales nos enseñan sobre la creatividad, la compasión, el liderazgo, la espiritualidad, la mortalidad y el amor. El sentimiento agridulce es una tendencia al anhelo, el sufrimiento y el dolor; una aguda conciencia del paso del tiempo y una alegría curiosamente penetrante al contemplar la belleza. Reconoce que la luz y la oscuridad, el nacimiento y la muerte, lo amargo y lo dulce, están emparejados para siempre. Una canción en tono menor, un poema elegíaco o incluso un anuncio de televisión conmovedor pueden llevarnos a este estado mental sublime, incluso sagrado y, en última instancia, a una mayor comunión con nuestros semejantes. Pero lo agridulce no es, como solemos pensar, solo un sentimiento momentáneo. También es una forma de ser, una herencia histórica. Nuestras tradiciones artísticas y espirituales, amplificadas por investigaciones científicas recientes, nos muestran su poder. Caín muestra cómo el sentimiento agridulce es la fuerza silenciosa que nos ayuda a trascender nuestro dolor personal y colectivo. Si no reconocemos nuestras propias tristezas y anhelos, dice, podemos terminar infligiéndolos a los demás a través del abuso, la dominación o la negligencia. Pero si nos damos cuenta de que todos los seres humanos conocen, o conocerán, la pérdida y el sufrimiento, podemos volvernos los unos hacia los otros. Y podemos aprender a transformar nuestro propio dolor en creatividad, trascendencia y conexión. En un momento de profunda discordia y ansiedad personal, Agridulce nos une de manera profunda e inesperada.