Desde la antropología pedagógica aquí esbozada se hace un enérgico llamado de atención a pedagogos y prácticas educativas que enfatizan demasiado la pasividad plasticidad del educando. Vida, decimos, es ya autoposesión que implica cierto control y dominio. Tratándose del hombre esa vida es autorrealización libre y creadora, una mera sumisión asimiladora de modelos por muy espirituales y valiosos que se pretendan.