Las cinco historias de Atardecer en los vidrios están atravesadas por la melancolía y la esperanza. Hablan de las angustias de la paternidad, de la desaparición de los amigos, de la desintegración de las familias, del inconformismo ante la inercia cotidiana. Sus personajes lucen perturbadoramente cercanos. Quizá porque, en el fondo, se parecen a cualquiera de nosotros. Con gran destreza técnica, una madurez narrativa infrecuente en una primera publicación y un profundo conocimiento de las dinámicas familiares, Carlos Paguada consigue demostrar que, incluso ante el más hondo desaliento, hay un resquicio creíble para la redención y el optimismo. Lucía Almada