El pulso que recorre estos cuentos halla su origen en el corazón del barrio. El barrio: escenario, experiencia, sentimiento. La complejidad de sus límites determina a los personajes que se juegan la supervivencia a diario. Una fiesta infantil, un campo de fútbol, un callejón solitario, la parada del bus, el cuarto donde una pelota de tenis rebota contra la pared mientras alguien piensa que los sueños aún son un lugar de salvación. Al borde siempre del fracaso o el desencanto, los habitantes de este laberinto de la vida corriente logran entrever, en las experiencias límites, el sentido del amor, la amistad, la redención o la muerte. Leonardo Ledesma ha sabido trasvasar a su escritura el vigor de la oralidad callejera. El resultado es un estilo de acrisolada sencillez, que dota a sus historias de una voz auténtica y cercana. Barrio laberinto se inscribe así en los registros de un realismo urbano donde la experiencia cotidiana es, a un tiempo, ámbito de revelaciones e íntimo recuerdo.