A principios de 1895, Oscar Wilde estaba en la cumbre de su carrera y gozaba de un reconocimiento envidiable. Tenía amigos poderosos en la elite política, social e intelectual y campaba a sus anchas en el escenario de las artes y las letras británicas. Escribía sus obras de teatro sin pausa y sin demasiado esfuerzo, y se mezclaba con la flor y la nata de Londres. Asimismo, mantenía una relación con el joven, hermoso, hedonista y ambicioso Lord Alfred Douglas, conocido como Bosie, a quién conoció
"El libro excelente, además venía en perfectas condiciones y llegó en el tiempo indicado."