Papiros, estelas, templos y estatuas no dejan de hablar de los dioses de Egipto y ofrecen innumerables enseñanzas sobre el tema. íPero qué desorden en tanta abundancia! El hombre moderno, acostumbrado a la unidad del individuo (incluso el Divino...), suele sentirse muy confundido ante esta multitud de seres sublimes cuyas c aracterísticas fluctúan según las fuentes. En cuanto a la apariencia de estos seres, u