Hoy nací a la vida. Le pido a la vida que me enseñe a escribir para contarla de nuevo. Estas dos frases, escritas con garabatos en una servilleta el 30 de marzo de 2013, al despertar en cuidados intensivos, luego de 10 días batallando contra la muerte, marcaron el comienzo de una nueva etapa en la vida del Profesor Guillermo Montoya Pérez y de todos los que hemos tenido el privilegio de transitar a su lado por las sendas de la amistad y el colegaje. Era el momento de darle gracias a Dios por el milagro del que ahora nos permitía ser testigos y recordar aquel pasaje bíblico que dice: “¿No ven que sólo yo soy Dios? Yo hago morir y hago vivir. Yo hago la herida y yo la sano: Nadie se escapa de mi poder”. En ese momento cobró sentido y se convirtió en un deseo, casi obsesivo, la idea de un libro homenaje. Era la oportunidad para hacer un reconocimiento y, desde la academia, convocar no sólo juristas de todas partes, sino además amigos, para que disertaran acerca de algunos temas en torno del área del Derecho a la que el maestro le ha dedicado su vida profesional: El Derecho Privado. Estudios de Derecho Privado en homenaje al Profesor Guillermo Montoya Pérez Hoy agradecemos a todos y cada uno de los profesores que interrumpieron sus quehaceres diarios y sortearon las distintas circunstancias por las que pasan sus vidas para atender nuestro llamado: Gracias profesores Aída Kemelmajer de Carlucci, Alberto Ceballos Velásquez, Cristiano Heineck Schmitt, Francisco Ternera Barrios, Gustavo Adolfo López Álvarez, Jesús Gómez Taboada, Leonardo B. Pérez Gallardo, Luis Alonso Rico Puerta, Mauricio Tapia Rodríguez, María Cristina Maeso Valiño, María Helena Franco Vargas, Nilda Susana Gorvein Rubinstein†, Olga Mesa Castillo y Teresa Delgado Vergara. Sabíamos que era imposible reunirlos a todos, somos conscientes de que “no estamos todos los que somos”, pero creemos que en nuestros nombres están representados todos aquellos que en Colombia y, allende las fronteras, han tejido lazos de amistad con el Profesor Montoya Pérez. Hoy damos gracias a Dios por permitirnos brindar este homenaje en vida a quien ha sido nuestro maestro, compañero, amigo y colega. Confiamos en que sean muchos más los espacios en que podamos compartir sus conocimientos jurídicos y sus historias de la vida misma. Esperamos poder seguir escuchando su voz y disfrutando su sonrisa.