Las personas no son extranjeras en s¡ mismas sino para otros, que as¡las definen. Ser extranjero no necesariamente significa venir de otropa¡s. Georg Simmel sab¡a bien c¢mo las personas pueden sentirseextranjeras en su propia tierra o en los c¡rculos sociales en los quequieren ser aceptadas y reconocidas. Ser extranjero es unaconstrucci¢n social, de ah¡ que tambi‚n las personas m s cercanas, los familiares, los vecinos de siempre, puedan convertirse en blanco deextra¤amiento, ya sea por sus creencias, sus ideas pol¡ticas, susapuestas etno-nacionalistas o sus costumbres.de la historia de lafilosof¡a moderna y contempor nea, el del llamado ‘pesimismofilos¢fico’."o de una necesidad hist¢rica que expresa un fen¢menopol¡tico: en el a¤o 1968 la revoluci¢n no ocurri¢ en un solo lugar, en un solo territorio, sino que sucedi¢ en todas partes" (DanielBernab‚).un torbellino de "modernidades" que zarande¢ todos los mbitos de la vida ciudadana. La neutralidad mantenida por losgobiernos espa¤oles durante la Primera Guerra Mundial facilit¢ elcrecimiento capitalista, el impacto de la revoluci¢n sovi‚tica de 1917 reforz¢ los antagonismos pol¡ticos y culturales, se gest¢ lapolarizaci¢n entre fascismo y comunismo que estall¢ en la siguiented‚cada de 1930, mientras el reformismo democratizador se abr¡a pasocon agotadoras dificultades. En ese contexto de m£ltiples contiendas,las culturas de vanguardias art¡sticas abrieron horizontes de rupturas creativas cuyas experiencias impactaron entre decisivos grupossociales.