Aunando dos tradiciones tan dispares como son el filandón leonés y la novela negra americana, Fernando Montes se las ingenia para construir un universo onírico en el que, como ocurre a menudo en los sueños, existen varios planos de irrealidad que unas veces se superponen, otras se entrelazan, creando con ello un efecto envo lvente en el que es indispensable la complicidad con el lector. En este sentido, cabrí