«Conviene reírse de todos y de uno mismo, y, ¿por qué no?, llorar sin mediar entierros. Deje de ser protocolar. Aprenda algún conocimiento que no le sea útil: esgrima, origami o imitar el sonido de las aves. Alargue sus expectativas y quiebre la rutina siempre que pueda: le recomendaría que sea con la gracia de un niño fuera de control». Jorge Díaz Untiveros