Pocos escritores habrán dejado a la posteridad mayor confusión entre vida real y poética que la que legó Gérard de Nerval (1808-1855) en sus escritos. Su literatura está impregnada de referencias personales, circunscritas únicamente a las leyes de su fantasía y al arbitrio de sus deseos, sueños, recuerdos, aspiraciones, frustraciones y, como resultado de todo ello, la locura. A esto se suma que Nerval fue una persona extremadamente celosa con su vida íntima, hasta el punto de que ni su correspondencia ni las pocas y estériles tentativas biográficas que le dedicaron sus contemporáneos consiguieron esclarecer los secretos de un alma que sufrió más que ninguna otra con la separación entre razón y sentimiento.