Obra maestra del drama isabelino, la tragedia del príncipe Hamlet es el relato de una venganza escenificada paso a paso, pues el príncipe sabe lo que hace aunque finge continuamente estar ensimismado y desconectado de lo que sucede a su alrededor. Por eso, porque sabe, duda. Sin embargo, es más fuerte el impulso que lo arrastra a matar a desconocidos y parientes, a inocentes o culpables, y hasta a causar la muerte de la mujer que ama. En la obra asistimos prácticamente a un negativo del amor palpamos hasta qué punto el amor se sustenta en el perdón y hasta dónde destruye si éste no existe, a una conspiración que ocurre dentro de la cabeza del protagonista y de cuyos vaivenes resulta la acción dramática. Hamlet actuará solo, implacable y sin cómplices. Los candidatos a víctimas de su furia recelan, presienten, casi nada comprenden. Todos, menos Ofelia intentan alejar a Hamlet. No lo consiguen. Y el príncipe va destruyendo cuanto se le acerca y acaba, en fin, autodestruyéndose.