La Administración pública de nuestro tiempo está llamada con mucha frecuencia a adjudicar derechos limitados en número. Esos derechos o recursos escasos pueden ser de lo más variado (títulos habilitantes, prestaciones públicas, subvenciones, contratos, plazas de empleados públicos, etc.) y, por tanto, su asignación está som etida a reglas muy diversas. Sin embargo, al mismo tiempo resulta visible que en todos