Es difícil lidiar con la idea de una madre muerta. Lo es más cuando no se sabe si murió en verdad. Ese es el caso de Pedro, un chico de catorce años cuyo tío no le permite ver la tumba de su madre. Atormentado por la incertidumbre, por la añoranza y por las dudas propias de un adolescente, Pedro decide investigar qué pasó con ella.