En todo el mundo, las personas habían olvidado cómo hablar y cómo escribir. Se saltaban las letras y les daba lo mismo. A los conductores de televisión no se les entendía nada. En Internet, el lenguaje chat lo dominaba todo. Tampoco se cumplía la palabra empeñada, y poco a poco se dejaron de hacer promesas. Nadie sabía cómo entenderse con los amigos, los padres y los hijos. Tampoco les iba mejor a los enamorados. ¡Y para qué decir a los políticos! Pero lo más increíble es que, paralelamen