El siete de septiembre de 2019 se cumplieron veinticinco años de haber sido despojado de mi investidura de senador y, de paso, inhabilitado a perpetuidad para ejercer cargos de elección popular, arbitriaridad con la cual me dejaron excluido y estigmatizado para el resto de mis días. En democracias limitadas como, la Colombia, cuando ciertos detentadores del poder consideran peligrosos a sus opositores, los acallan recurriendo a maniobras, en apariencia en derecho, o los combaten, si es el caso, acudiendo al uso de la fuerza.