La Modernidad y lo Moderno

Nigel Blake; Briony Fer; Francis Frascina; Tamar Garb; Charles Harrison · Ediciones Akal

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Reseña del libro

Este es el primer libro de una serie de cuatro que tratan sobre el arte producido desde mediados del siglo XIX hasta los últimos años del siglo XX y de las diferentes interpretaciones que se han dado de él. Los autores no hacen un estudio exhaustivo de todos los artistas y movimientos que se han ido sucediendo a lo largo de esos casi 150 años, pero si tratan todas aquellas cuestiones que son importantes para entender el arte moderno. A lo largo de los cuatro volúmenes que componen la obra, el lector se encontrará con diferentes aproximaciones al tema, todas ellas significativas del tipo de debates que están teniendo lugar ahora en el campo de la Historia del Arte. El primero de estos libros está dedicado a analizar determinados aspectos de la pintura realista, impresionista y postimpresionista tal y como se vivieron en París entre 1848 y 1900. Al principio del libro hay un capítulo de introducción en el que se plantean algunas cuestiones que aparecerán de manera recurrente a lo largo de los cuatro volúmenes: ¿Qué es lo distintivo del arte moderno? ¿Con que problemas se vana tener que enfrentar los artistas y el público para responder al reto de lo moderno? ¿Cuáles son los límites que se han puesto a la noción del arte moderno en la segunda mitad de nuestro siglo? El resto del libro se ocupa de diferentes aspectos del arte y de la cultura visual francesa desde 1848 hasta 1900. En cada uno de los capítulos se plantean diferentes posibilidades -de investigación histórica y metodológica- de aproximación a este periodo y al lugar que ocupaba el arte dentro de él. El capítulo primero, La praxis moderna del arte y la modernidad, pasa revista a la tesis y a los métodos de los historiadores sociales del arte para explicar unas pinturas que son resultado de una determinada actividad social. La praxis artística, la modernidad y la modernización se ven como cosas íntimamente relacionadas entre sí, e inseparables de las profundas transformaciones socio-económicas que se produjeron en Francia como consecuencia del desarrollo del capitalismo. El segundo capítulo, Impresionismo, modernidad y originalidad, parte del supuesto de que no se pueden establecer las relaciones entre la vida moderna y la pintura moderna únicamente a través del análisis de las circunstancias sociales, históricas y económicas bajo las cuales se produjo este arte. Por importantes que fueran para los impresionistas los acontecimientos y las ideas de su tiempo, y por importante que pueda ser para nosotros estar informados sobre ellas, no es posible separar la consideración de la pintura impresionista como arte moderno de la cuestión de su valor estético, una cuestión a la que no se puede dar una respuesta adecuada si no es a partir del análisis de la propia pintura. El capítulo tercero, Género y representación, estudia la pintura impresionista desde un punto de vista feminista, planteando la cuestión de si se puede considerar moderno aquel arte sin tener en cuenta las bases sexuales desde las que se produjo y desde las que se ha interpretado. El estudio de las obras de Manet, Renoir y Morisot demuestra la fecundidad de una aproximación desde el campo del feminismo y cómo tal puede servir para explicar sus obras y cambiar nuestra manera de percibirlas.

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