El texto nos recuerda que, si de un lado, debemos tener conciencia crítica para desvirtuar el conjunto de las acciones politiqueras, de otro, estamos en la obligación ética de reivindicar la política como el camino óptimo para emplear el diálogo como la salida a nuestros conflictos, y cristalizar una democracia participativa, justa, pacífica, libre y en vías de institucionalizar un proceso de desarrollo sostenible.