Cumplir años se ha convertido en una desgracia o, como mínimo, en un proceso que la sociedad rechaza y silencia. Frente a esta realidad, esta hermosa obra nos revela no solo los estereotipos y prejuicios que rodean la edad madura, sino el valor que pueden tener el sentimiento de finitud y la experiencia de lo vivido. Entremezclando experiencias personales y referencias a autores como Hermann Hesse, Annie Ernaux, Simone de Beauvoir, Virginia Woolf, Roland Barthes y un largo etcétera, este libro nos muestra que, si sumar años es visto como una fatalidad, saber envejecer es una posibilidad e incluso un privilegio.