En la obra se sostiene que El Pedagogo es una Tecnología del yo, la cual constituye un discurso configurador de subjetividad para los cristianos de la antigüedad tardía. Para ello, se emplea la arqueogenealogía como referente teórico y metodológico desde el cual se rastrean algunas de las fuentes que forman “el nodo discursivo clementino”, que articula saberes que circulaban, tales como: el platonismo, el cristianismo de corte catequético y las tradiciones judías. Esta obra constituye un anclaje discursivo, que agenciaba un ideal de sujeto a ser educado, desde el cual se ejercían formas específicas de saber-poder. Derivado de ello, se hallan algunas tensiones que distancian de lo mencionado en Historia de la sexualidad IV, relativo al entendimiento de las aphrodísias y las relaciones con la propuesta educativa del Alejandrino.