Cuando terminé de escribir el camino de la felicidad, sentí la certeza de que ese ensayo era lo último que escribiría. La secuencia de las hojas de ruta: autodependencia, encuentro, lágrimas y felicidad, estaba completa. Pensé que esta ambición, la de todos, ser felices, era lo máximo que alguien podría pretender. Sin embargo, algunos años después me di cuenta de que había más. Después de llevar a buen término el camino de la felicidad, otro desafío podía plantearse: el de trabajar para volvernos cada vez más sabios. Escribí entonces el camino de Shimriti. Un viaje en tren de la ignorancia a la sabiduría, que en la práctica era una especie de quinto camino. Hace dos años, empujado por mi propia vivencia, empecé a pensar que debía haber todavía algo más. Algo relacionado con la esencia más trascendente de las personas. Me dediqué entonces a recorrer diferentes puntos del planeta. De todo lo aprendido en estos años y antes, habla este libro. Un sexto camino, el camino espiritual.