En Los anhelos Adrián es un adolescente rebelde, desorientado y contradictorio que se dedica, los fines de semana, a hacer botellones, a patear cruces en los cementerios y a romper vidrios contra las paredes, pero también a abrir su vieja carpeta de tiras de goma, sacar unos folios y ponerse a escribir. En diario, Adrián trabaja largas jornadas en la empresa de su padre, «Albañilería, fontanería, y obras en general». Una mañana, debido a un encargo laboral, Adrián se reencuentra con su antiguo profesor de literatura, el señor Lesmes. El maestro, ya jubilado, es un viejo cascarrabias desengañado de la vida que años atrás llegó de improviso al pequeño pueblo de Ontaría (Asturias) y decidió comprar, de un día para otro, una preciosa casa indiana. La reformó y allí se instaló junto a la negra Aberash, una anciana a la que el maestro conoció en África y cuyo vínculo entre ambos levanta la curiosidad de todos los vecinos de la aldea. El encuentro entre el joven Adrián y Lesmes propiciará una relación que pondrá patas arriba la vida no solo del adolescente, también la del propio profesor y la negra Aberash. Los anhelos es una novela que toca diversos temas: el nubarrón que supone la adolescencia, la ofuscación que puede traer la vejez, el poder del enamoramiento pero, sobre todo, es una obra que reivindica el derecho y casi el deber que tienen todas las personas de intentar consumar sus anhelos y ser felices. Situada en un pueblo ficticio pero en un entorno tan real y paradisiaco como es el concejo de Llanes, en Asturias, con Los anhelos el lector iniciará un viaje que, seguro, no le dejará indiferente.