La emocion se apodera del mundo, mucho mundo, y de los aconteci_ mientos cuando el origen estå en cuestion. Las crisis como las del Oriente Medio conmueven mås que otras (mås que las de Africa o Pert ) su impacto es planetario. Como si mås allå del petro1eo estuviera el carburante de una maquinaria cds _ mica, terrenal y celestial, Ilevada por tres monotefsmos -judfo, cris_ tiano e islåmico- que se atraen", se molestan, se atacan, se cruzan bajo el signo de lo divino y de la memoria, de la identidad y de su pér- dida. Algunos puntos calientes: Palestina, Jerusalén, movimientos y Estados integristas, inmigracion, xenofobia -mezcla de odio al otro y de odio a si mismo-. Siempre experiencia del origen, que de "allå aba- jo" repercute aqui, después reacciona allå... Tension errante, viaje de una desgarradura. La emigracion mezcla por todo Occidente colecti- vidades cristianas, judfas y musulmanas -también laicos: los que miran con estupor esos enfrentamientos de otra época que no dejan de tocar- les de cerca y angustiarles-. Tanto que aqui se "integra", y es justa- mente cuando eso se integra que surgen unas "historias", pues enton- ces el diferente se acerca al mismo y le inquieta (véase el famoso "velo" mientras permanece en los zocos, en sus barrios, no hay nada que decir o muy poco; es cuando entra en clase que eso provoca escalofrfos). Se da también el efecto inverso en que el mismo se vuelve diferente. Quién puede traicionar impunemente su origen? (El escritor Rushdie es un caso limite: cuando vuelve de tanto en cuanto a sus origenes y los remueve un poco, la respuesta es explosiva. Escribe en Londres, irrita a Irån y se entierra para seguir vivo... en Occidente). Cuando, por ejemplo, estalla la guerra de Iraq, sea para estar a favor o en con- tra, se vive aqui con pasion. Siempre se trata de crisis-pasion de los erigenes invocados.