Esta es una colección de 24 relatos cuyo género, en principio, podría denominarse cuento, pero que en rigor también experimentan con la crónica, la fábula, la parábola, la reseña y la nota periodística. El ánimo de la prosa es humorístico, ácido e inclemente; algunas piezas narrativas, a la antigüita, primero desarman nuestra incredulidad; otras, descaradamente, proponen un mundo tan vuelto al revés que por ello mismo termina siendo el de todos los días. Todas hacen reír, con la certeza de que nos reímos de alguien a quien conocemos y vemos retratado en estas páginas. Una sorpresa mayúscula es que a veces se trata de nosotros mismos. O sea que, se diría, esta lectura te va a doler pero te va a gustar. O te gustará porque duele. O te duele porque te gusta. Como si nos hicieran cosquillas con una navaja de afeitar. Los personajes son, entre otros, un paciente que increpa a su psicoanalista, un prángana que debe trabajar con una botarga en un día calurosísimo y sufre continuas patadas en el trasero, una víctima de la lujuria y la avaricia a grado tal que pasa de millonario a mendigo… y Dios, al menos en un argumento que prueba su existencia.