Bañándose en las aguas turquesas o conversando con los isleños y escuchando sus canciones, Moret recorre las huellas del pasado para alcanzar el día a día de una isla modelada por la fuerza del viento y las piedras acumuladas en sus poblados talayóticos, convertida en un edén para turistas. Pero Menorca es también frío y humedad entrometida, lluvia persistente y mar agitado, caminos y pueblos solitarios; una multitud de realidades fascinantes.