Naiden sabe de amor. Es eso. Ya me lo figuraba. Con su expresión de cínico feliz (le verdeaban los ojillos), en Triana, Dante Medina me vino con las castañuelas de que en Moguer había conocido a un personaje excpecional, Chema, que le publicaría esta obra extraña, desconcertante, rara ( menos mal que quedan lectores intelig entes en esta España que cae, le dije), y que -siguió estusiasmado de verme- se trata