Fracaso escolar, anorexia, bulimia, adicciones a objetos tóxicos, trastorno de atención, trastornos del espectro autista, pánico, violencia, disforias de género y conductas de niños amos que alteran el orden familiar y escolar hoy se presentan cada vez más como epidemias disfuncionales. El peligro es que muchas veces su tratamiento, en momentos donde impera la despatologización y el auge del trastorno generalizado, no tenga en cuenta al síntoma y la subjetividad tanto de niños como de adolescentes. En tiempos donde asistimos a la pulverización del padre tradicional y su autoridad, donde se producen nuevas conformaciones parentales, la función de la familia, así como la de la escuela, sigue siendo un amarre civilizatorio para niños y jóvenes.