En 1837, el mismo año en que Victoria inicia su largo reinado, Charles Dickens comienza a publicar por entregas una de sus más famosas novelas, Oliver Twist, o el progreso del chico de la parroquia. A partir de la narración de las desventuras de un niño huérfano, la obra describe la pobreza de una sociedad trastocada por la Revolución Industrial. Con este fresco abigarrado y melodramático, poblado de criminales y benefactores, en el que no faltan elementos alegóricos, Dickens logró forjar una imagen a la vez espantosa y sublime de la ciudad moderna. La particular combinación de realismo y romanticismo, así como de elementos cómicos y trágicos, produjo una obra única, que fue leída tanto por simples lectores que buscaban emocionarse como por intelectuales que trataban de comprender las clases sociales surgidas de la expansión capitalista.