Pieles de tacto suave que conducen al engaño, formas sugerentes, ojos y cabellos al gusto del consumidor y gran capacidad para relacionarse, convierten al an Dr o i de moderno en un sueño para aquellas personas necesitadas de contacto humano. El amor entre los hombres y los seres artificiales es tan antiguo como la especie. Se desplaza a su propia parcela de artificialidad porque ya lo más importante no es la realidad, sino lo percibido como real. Potentes empresas pugnan por crear la robot, y el robot, más sexy y complaciente. Algunas de ellas incluso han comprendido que deben sofisticarlo para durar en la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza. Los relatos aquí reunidos tratan de máquinas hechas para el amor, de obsesiones, de robots sexuales, de la posibilidad de procrear.