Entre la estancia de Freud en París donde se encuentra con Charcot y 1897 año de la renuncia a la teoría de la seducción como explicación general de la histeria, se sitúa el recorrido que va a hacer un joven neurólogo y neurofisiólogo, comprometido en una carrera científica, el creador del psicoanálisis. La lección de Charcot, los intercambios con Josef Breuer a propósito de «Anna O», la amistad con Fliess y su extrema facilidad para identificar a los pacientes neuróticos, van a llevar a Freud a dejar de lado sus primeros objetos de investigación como las afasias por el estudio de la histeria. Abandonando la hipnosis, llegará al protocolo que constituye siempre el marco de la técnica analítica, y a sus descubrimientos príncipes: la función del inconsciente y de la sexualidad infantil en la organización del psiquismo. El tiempo esencial de esta elaboración, en particular la correspondencia de Freud con Fliess, la experiencia del autoanálisis y la constatación de la universalidad de los sentimientos edípicos, constituyen otros tantos momentos ejemplares de una verdadera conquista.