La segunda encíclica de Benedicto XVI profundiza en el fundamento y consecuencias de la segunda de la virtudes teologales: tras la Caridad de Dios, la Esperanza que nos salva. La esperanza nos salva; pero no una esperanza cualquiera basada en algunos de los múltiples iconos modernos, sino la esperanza en la acción de Dios, en su amor, en la cercanía de Dios con cada uno de nosotros. Esperanza que extraemos d