La justicia restaurativa constituye hoy en día un instrumento internacional y tutelar de los derechos fundamentales, no sólo porque mediante la reparación integral del daño, contribuye con medios idóneos y efectivos para la solución de las fisuras sociales, procurando la reparación de los derechos afectados; sino además, porque que su reconocimiento e implementación, corresponden en esencia, a políticas concretas para efectivizar los derechos humanos como mandato no solo de los textos constitucionales y disposiciones legales del Estado, sino y sobre todo, como orden imperativo de los instrumentos internacionales encargados de a protección de los derechos humanos.Empero, comporta que para su sostenibilidad, consolidación y eventual configuración de la justicia restaurativa como política de Estado, y más aún como un Estado Restaurativo; el que ineludiblemente se apliquen las decididas políticas de Estado para lo propio, orientadas, entre otras, al cambio de mentalidad, identificada con una cultura de paz. Lo que implica que podría llevarse a cabo, en un plazo de no tan largo aliento. Sin embargo, desde ya, saludamos el eventual arribo (repetimos, como política de Estado) de la justicia restaurativa y en su caso, del Estado restaurador de derecho.