Conforme los primarcas traidores se reúnen bajo el estandarte del Señor de la Guerra, Mortarion recibe la orden de avanzar. Sin embargo, mientras él y sus guerreros se abren paso, se pierden en la disformidad y les azota una terrible plaga. Los miembros de la legendaria Death Guard, quienes otrora se consideraban inquebrantables, acaban postrados de rodillas. Para salvar a su legión, Mortarion debe sellar un pacto brutal que condenará a sus hijos para toda la eternidad.