Trabajo al día está escrito desde el cuerpo cansado que habita el epicentro de la explotación contemporánea: la producción de mercancías, el algoritmo que incrementa de la nada el valor de lo intangible, la tierra depredada, los cientos de documentos notariados y la deuda impagable como único horizonte de futuro y de eternidad. Los poemas de Angye Gaona no se resisten ante el sistema que nos chupa la existencia, no denuncian, parecieran decir-nos, más bien, que no hay salida porque no hay afuera, solo nos queda habitar; ocupan con los ojos abiertos el presente inhóspito, lo narran usando sus palabras, sus nombres propios, metáforas y eslóganes. Repiten su gramática como ejercicio de reapropiación y en esa repetición desnudan su sin-sentido, su violencia. En estos poemas el lenguaje encuentra el camino a la implosión y de esa sacudida surge hambrienta la posibilidad de un nuevo deseo, un desorden, un ruido, la poesía que resquebraja y, como una vagabunda, otea el futuro. Carolina Dávila