Camilo hace una visita obligada al convento vecino del colegio para recuperar un balón de fútbol. Nunca se le habría pasado por la cabeza que allí iba a conocer a sor Alicia, una monja peculiar con mucho sentido del humor, amor por el ajedrez, el karate y los amigos verdaderos. Desde entonces, la vida de Camilo no será la misma. Tampoco la de sor Alicia.