El miedo que tenemos a fallar en la vida siempre nos hace daño. Si el mundo no girase por tantos miedos nada sería hoy lo que conocemos. Si los pájaros no volasen, si los artistas no creasen obras, si los niños no corriesen y tropezasen, si la cultura o la tecnología no avanzase, si la medicina o la educación se paralizase, si la sangre no brotase y encerrásemos el corazón por miedos a sufrir, a errar y a no entender, además de vacíos, estaríamos en vida muertos. ¿Qué sería de nosotros sin tantos miedos? Probablemente plena felicidad y sueños infinitos, puede que primaveras y gusanitos. Vivir —a veces— se nos olvida.