Secuela de lo que fue, en palabras de José Luis Martínez, una de las grandes empresas editoriales del siglo XIX mexicano, esta obra abunda en la tradición del ejercicio de la prosa que vincula los discursos historiográfi co, literario y periodístico, en su interpretación paralela sustentada en la imagen y, sobre todo, en el tratamiento de la sangre como leitmotiv. A manera de continuación de El libro rojo publicado en 1870, historiadores, cronistas, narradores y artistas visuales compendian, en una serie de tres volúmenes, una suerte de antología abreviada, por su horizonte inabarcable, de crímenes ocurridos en nuestro país entre 1868 y 2008. En el prólogo, el escritor y dramaturgo Vicente Leñero apunta: Parece descabellado proferirlo de sopetón, pero a través del recuento de crímenes y asesinatos tanto de los ?clásicos? individuales como de los colectivos que nos sacuden por oleadas es posible narrar una crónica del país. Escribirla como un libro de texto que nos enchina la piel mientras nos hace abrir los ojos a la funesta realidad.El libro rojo, continuación, I 1868 - 1928
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