Reseña del libro "Plumas en mis Cornisas"
Diez estancias o diez pasos antes de levantar vuelo sobre lo pedestre y planear ahí contemplando y amando incesantemente la belleza, eso es lo que le sucede a Liliana Miranda con su nuevo libro, Plumas en mis cornisas. Y con su vuelo se alza también una voz prístina, reluciente, franca y escrutadora, revestida de timbres armónicos y resonantes que reflejan un mundo complejo e ínsito de una poeta que ha redomado el arisco verso que siempre se rebela a decir lo que tiene que decir, pero que sabe resistirse a cualquiera que pretenda ponerlo al descubierto. Liliana, no obstante, lo consigue mediante un lenguaje repujado, a manera de un esmeril que destaja las capas inútiles de las apariencias para desnudar lo que esconde el núcleo de la verdadera poesía. Poesía que es también el álter ego de la propia poeta que se descubre y se libera, tal como advierte en el epígrafe con que abre su libro: "Cautiva de historias ocultas / Hielo seco / volcán día por medio". Y con ella transcienden, nítidos y pulcros, los pájaros, el mar, el cielo y el amor en llamas, mientras -como proclama en "Epitafio"- ella descerraja "una fruta carnosa / Y me encuentro limpia". En suma, un libro aéreo, lleno de exhalación y respiro; una manera de vivir para la belleza que no tiene fin. Renato Sandoval Bacigalupo.
Plumas en mis cornisas de Liliana Miranda (Lima, Fauno Ediciones, 2022) viene en una edición elegante, casi en exceso, y engañosa. Pero junto a las fotos de las aves y playas sobre couché, espectaculares algunas, hay una poesía tan seria y tan buena como la mejor escrita aquí en estos tiempos.
Miranda es una poeta con gran oficio, que recorre su territorio poético sin agenda y sin angustia.
Este es uno de esos poemarios donde aparece muy bien aprendida la lección de José María Eguren sobre lo conmovedor simple, bello y misterioso. Como en una estrofa de Once del mes de la garúa: "un personaje rojo / surge de pronto / entretejido en la bruma / intercambian gestos / sutil compañía". Mirko Lauer